Durante el primer día, nos resultará difícil encontrar la Luna. Tendremos que dirigir nuestra mirada tras la puesta de Sol, con el cielo aun claro y buscarla tremendamente delgada a pocos grados del horizonte. No distinguiremos detalles y solo podremos observarla durante unos minutos. Los cuernos de la misma apuntan hacia el cenit y para verla necesitaremos un horizonte despejado.
La segunda noche después de la luna nueva es mejor para la observación, apreciandose algunas formaciones.
Se empieza a observar el Mare Crisium, y tal vez se empiecen a iluminar los cráteres Langrenus y Petavius.
Por supuesto, pequeños cráteres pueden observarse en el borde lunar, como Ansgarius, Back, Gauss, Gilbert, Hubble, Humboldt, Neper, Plutarch, Riemann, Schubert, Seneca o Zeno.